viernes, 1 de agosto de 2008

Primer día en Holanda

Llegada al hotel.

La llegada al hotel fue rápida y sencilla. Teníamos que seguir las instrucciones que ellos dejan en su página web. La recomiendo: http://www.bulldoghotel.com. Sí, nos alojamos en el Bulldog Hotel, situado en una calle paralela a la calle del Barrio Rojo. De hecho, este famoso Barrio comienza aproximadamente en la calle de nuestro hotel, así que se podría decir que estuvimos alojados en el corazón de Amsterdam.

El hotel en sí hace las funciones necesarias: alojamiento, desayuno (no muy diverso pero abundante para llenar la panza), baño en cada habitación y una decoración un tanto rara. Esta peculiar cadena, como podéis observar en su web, tiene múltiples establecimientos: bares, cofee-shop, hotel, etc.

Esta foto es de la calle del hotel donde nos alojamos. Aparecen mis cuatro compañeros de viaje.

Os comentaba algo sobre la decoración del hotel. Los colores como el rojo, amarillo, etc, colores llamativos, son bastante abundantes. Los baños están decorados como se ve en la foto, y disponen de ducha holandesa, es decir, una ducha sin cortinas ni bordillo ni plato de ducha como estamos acostumbrados en España. Directamente se empapa el suelo y, si no tienes cuidado, el baño entero. Suerte que luego hay un cepillo con el que se puede recoger el agua del suelo de forma bastante rápida. Y suerte que llevábamos chanclas de ducha porque el suelo no es de lo más agradable para ir descalzo.

El lavabo era de metal para poder mojarse perfectamente. Lo que no probamos a mojar fue el secador de pelo, pero creo que no estaba preparado para ello.

Esto que muestro aquí es la maravillosa vista que teníamos desde la habitación del hotel. En realidad justo en frente lo que había era un aparcamiento de coches de varias plantas de altura, jeje.

Nos alojamos tal y como habíamos reservado, en una habitación triple y en una doble. Dos de mis compañeros fueron a la doble, que se encontraba en la cuarta planta (la última), y tenían el acceso a la terraza del hotel muy cerca, que se encuentra arriba del todo y desde la que se pueden ver los tejados de las casitas de alrededor. La terraza estaba preparada con mesas y banquitos para poder disfrutar del aire libre.

Mesitas con restos de las consumiciones de otros inquilinos del hotel.

Así acabábamos cada día después de hacer turismo variado.

El resto del día no tuvo demasiadas incidencias, hacernos con el hotel no fue complicado y la ducha del baño finalmente no resultó demasiado incómoda. Íbamos advertidos por otros conocidos así que llevábamos chanclas. Hicimos una excursión andando por los sitios más relevantes de Amsterdam y acabamos destrozados.

Una cosa curiosa es que como las cosas cierran relativamente pronto, léase las 6 de la tarde, nos encontrábamos a las 5 y media sin saber qué hacer y habíamos gastado tiempo de visita de museos y sitios que pudieran cerrar en patear las calles. Los días siguientes lo haríamos al revés si era necesario, aunque en el fondo no estábamos demasiado interesados en visitar muchos museos.

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