sábado, 27 de diciembre de 2008

Vivo al ladito del Bronx

El barrio que limita con la zona donde se encuentra mi residencia es Harlem. Es un barrio muy mono, es realmente feo pero tiene una belleza increíble en su fealdad.

Es decir, que si vienes preparado a lo que vas a ver, es precioso. La gente viste ropas que en España asustan, pero aquí es lo más normal y a un blanquito como yo no le asusta caminar por sus calles.

El miedo viene a veces con el barrio que, aunque está algo más lejos, está comunicado con Manhattan mediante la línea de metro que cojo a diario: el Bronx. Y es que la gente normal del Bronx que coge el metro pasa desapercibida (al parecer, y eso no lo sabía hasta hace unos meses, hay una zona "buena" del Bronx, que no es peligrosa ni mucho menos), pero la gente peligrosa es la que llama la atención.

Os voy a contar algo desagradable, así que el que no quiera debe saltarse justo este párrafo (juas juas, todos lo vais a leer). Un tipo muy borracho y a saber con qué sustancias más en su cuerpo estaba sentado en el tren y escupiendo en el suelo. Se metía caramelos a puñados en la boca. Un chico mejicano o sudamericano le pegó una patada y le dijo que dejara de hacer eso. De repente, el tipo que iba escupiendo se remangó el abrigo y tenía las manos llenas de anillos de oro. Abrió su bolsa y sacó un "cutter" enorme... En fin, cosas que pasan con la gente que va o viene del Bronx.

En el siguiente viaje que hice en el metro viví en primera persona otra experiencia curiosa, pero no desagradable como la anterior. Un tipo ENORME iba gritando y cantando por el vagón del tren con una mochila. De repente se sentó, ocupando 4 asientos, al lado de una señora y le empezó a preguntar cosas. La señora le contestaba tranquilamente. El tipo después le preguntó algo sobre las botas a la señora (muy bonitas, por cierto), y fue a agarrarle una bota, a lo que la señora retiró el pie. Finalmente llegó la otra estación y el tipo se fue diciendo que iba a probar en el otro vagón.

A todo esto un tipo de seguridad de MTA (la empresa del metro de aquí) ni se inmutó. Sólo le miraba, pero no hizo nada. Y la verdad es que por tamaño tampoco tendría por qué tenerle miedo, porque también era un "morlaco de mucho cuidao".

Así es la vida cerca del Bronx. Sin embargo, las calles pintan bastante seguras. Sólo algunas chicas de la escuela han confesado tener algo de miedo de noche yendo solas. Lo entiendo. Pero a mí en particular no me da miedo, además de que siempre solemos ir en grupo.

Mi parada de metro, que va por fuera de la tierra (de hecho, es un puente).

1 comentario:

Anónimo dijo...

TRONCO!! JUE... Estoy enganchadísimo a esto.

Cuenta, cuenta!!